miércoles, 7 de septiembre de 2011
Jubilados búlgaros cambian tomates por marihuana
Bulgaria. Enero de 2006. La policía detiene al sacerdote Cyril Papudov, luego de encontrar 5 kilos de marihuana en su casa de Kladentsi, sector suroccidental del país. Dos años después el religioso acumulaba siete detenciones y decía a la prensa que la cannabis era un regalo que el Señor había puesto en la naturaleza y que ante eso no había nada que hacer.
"La gente no piensa mal de él porque es sacerdote, pero francamente si alguien tiene una cosecha tan grande de marihuana en su casa veo poco probable que sea para sentarse a admirar cómo crece", dijo entonces un vocero de la policía, que ya veía cómo se incrementaban los decomisos de drogas en una zona donde el clima es ideal para que crezca la Cannabis sativa.
Tomates y otras hierbas
En agosto de 2008 la policía se encontró con otra sorpresa. En la localidad de Skrat hallaron 150 kilos de la droga, prácticamente toda cultivada en pequeñas granjas de ancianos. Entonces los detuvieron un día en dependencias policiales y fueron luego dejados en libertad. A la semana siguiente, la policía sumó 1600 kilos más de droga a sus registros.
El fenómeno no ha dejado de crecer en el suroeste búlgaro, donde los granjeros han decidido dejar de lado las plantaciones tradicionales de la zona, como el tomate, para dedicarse a algo más rentable, pero a la vez castigado por la legislación de Bulgaria. Lo llamativo es que la mayoría de las veces los detenidos son mayores de edad, jubilados cuyas pensiones escuálidas se ven incrementadas por los ingresos que deja la venta de la cannabis.
Droga para la cadera
El último gran golpe data de la semana pasada, cuando la policía incautó 1,5 toneladas de marihuana en la localidad de Dolna Ribnitza, cerca de la frontera con Grecia. Las autoridades recibieron un dato que los llevó hasta la casa de los jubilados Stefan y Slavka Trentschevi. Ahí, detrás de una gran cerca, había una enorme plantación de casi 2.000 metros cuadrados. Slavka se defendió diciendo que necesitaba dinero para poder pagar una operación a la cadera.
"No he matado a nadie, no he robado a nadie. No he cometido un crimen", dijo la mujer. Sus palabras fueron refutadas por la policía. "La gente no puede cultivar droga con el argumento de que son pobres. En esta región la gente vive de cultivar vegetales", dijo el jefe policial Bojko Dunkin, de la ciudad de Blagoevgrad, donde los decomisos se han incrementado también en los últimos años.
15 mil euros el kilo
El principal problema es que Bulgaria, uno de los países más pobres de la Unión Europea, entrega pensiones muy bajas a los jubilados. Por eso la tentación de entrar al mundo de las drogas es tan grande. En el mercado negro búlgaro es posible vender el gramo de marihuana por 15 euros. Con una buena cosecha, un campesino puede conseguir un kilo, es decir eventualmente puede llegar a cobrar 15 mil euros, una cifra que con la venta de tomates no se alcanzaría ni en sueños.
En lo que va de 2011, la policía ha decomisado 118 plantaciones y casi todos los días se encuentra con una nueva. La cercanía de Blagoevgrad con Tesalónica, en Grecia, y con Sofía, la capital búlgara, hace que la demanda sea elevada. El problema, creen las autoridades policiales, es que alguien estaría usando a los ancianos. "Los mayores se sacrifican por sus familiares. A menudo detrás del abuelo en realidad hay un nieto", dice el jefe Dunkin. Y entonces los verdaderos culpables quedan impunes.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario